sábado, 11 de septiembre de 2010

Miguel Garnett habla sobre su novela Rondo en su IV edición.

EL ROL DEL ESCRITOR DE PROSA EN EL CONTEXTO DE LA REALIDAD ANDINA

Los Frailones de Cajamarca
Soy sacerdote católico y, a la vez, escritor. De nacimiento soy londinense, nacionalizado peruano en 1974, y como escritor, soy del Ande. Radico en la ciudad de Cajamarca desde 1972. Mayormente, el escritor andino se dedica a reflexionar, y comentar las realidades de la vida —puede ser una realidad interior, sicológica, de los demonios oscuros que el Dr. Mario Vargas Llosa dice que todos tenemos; o puede ser la realidad que nos rodea; como también puede ser ambas—. Personalmente, no he dedicado mayor atención a los demonios oscuros, no porque no los considero importantes, sino más bien porque dudo si los puedo manejar y prefiero no estorbar al Edipo y la Medea que hay en mí. Entonces, me he dedicado a mirar la realidad exterior.

Cuando considero esta realidad exterior andino, veo que un autor puede dedicarse a dos temas principales, y lo hago en base de la última conversación que sostuve con el Dr. Manuel Baquerizo, poco antes de su fallecimiento. Yo había escrito un artículo sobre el Ande como fuente de inspiración para la revista que él editaba; me lo agradeció y luego dijo: “Miguel, falta una segunda parte”. Al mostrar mi sorpresa, me dijo suavemente: “Tu artículo es bueno, pero sólo mira hacia atrás y no podemos limitarnos a eso. Tampoco podemos andar lento con nuestra prosa, deleitándonos del paisaje andino. Al lector del siglo XXI no le interesa eso y tenemos que ofrecerle otra cosa.”

Como respuesta a esa observación, diría que el Dr. Manuel tenía toda la razón y he notado que la mayoría de las obras que a mí me piden presentar en Cajamarca son cuentos cortos que contienen los recuerdos y las reminiscencias de los pueblos y campos aislados del Ande. Sin embargo, no quiero dar la impresión de que esta labor no tenga ninguna importancia; más bien simplemente menciono que no es la única tarea para un escritor y, antes de considerar otra tarea importante, quisiera subrayar cual es lo valioso de mirar hacia atrás —es que así se guarda la memoria popular—. Igual que una persona que pierde la memoria da pena y lástima, porque deja de ser plenamente persona, lo mismo sucede con un pueblo —deja de ser un pueblo y se convierte en una colección amorfa de individuos—. En Cajamarca se ha realizado un gran esfuerzo para transcribir las tradiciones orales, los cuentos, las anécdotas y las costumbres, creando así La Biblioteca Campesina, y el conjunto de esta material es valiosísimo, sirviendo como abono cultural para el escritor que quiere dedicarse a la segunda tarea: que es la de reflexionar sobre la realidad contemporánea del Ande.

En mi experiencia, si son los cuentistas que se dedican principalmente a la tarea de guardar la memoria, la mayoría de los novelistas se dirigen más a analizar y comentar la situación contemporánea. En un estudio magistral, el Dr. Luzmán Salas Salas —a quien considero ser el decano de las letras cajamarquinas— analiza la prosa cajamarquina y comenta sobre las novelas escritas durante el siglo XX. Se observa que mientras los autores de las novelas demuestran mucho cariño por su tierra, por su belleza natural y por sus costumbres, no caen en un puro romanticismo, sino toman el toro de la violencia por las astas y hablan con franqueza sobre una situación social violenta e inaceptable. Para los primeros novelistas cajamarquinos, el trasfondo social era la violencia del gamonalismo y el bandolerismo, todavía recordada en los años setenta. Durante varios años yo viví en el campo de la Provincia de Hualgayoc que había sufrido mucho del bandolerismo de Eleodoro Benel, y las personas mayores me contaban de los asesinatos y violaciones de aquel entonces. A leer las novelas, se puede comprender mucho mejor la historia del Departamento y la situación actual en que vivimos. Una de estas obras, La cumbre del mundo, es comparada por don Luzmán con La serpiente de oro de Ciro Alegría, indicando así que tiene bastante mérito literario.

Hoy en día, sigue un trasfondo de violencia para nuestro diario vivir. Ya no es aquella del bandolerismo y de las injusticias perpetradas contra la población más humilde por los gamonales, sino es aquella que brota del impacto de la minería, de la globalización y de la violencia urbana estimulada por las drogas. En poco más de veinte años, Cajamarca ha pasado de ser una pequeña ciudad conservadora con bastante tradición religiosa de piedad popular, con sólo una universidad y un instituto pedagógico, con poco tránsito, con el campo a unas diez cuadras de la Plaza de Armas, y donde la música que se escuchaba era casi siempre la folclórica, a ser una ciudad cuatro veces más grande, con cinco universidades y más de treinta colegios, con calles atascadas con el tránsito vehicular, night clubs, burdeles, pandillas, música rock y todo lo que se asocia con el mundo contemporáneo y postmoderno. La riqueza material en la ciudad ha crecido enormemente y al mismo tiempo, la pobreza es más evidente que nunca.

A primera vista, tanto la conflictividad y la violencia son puramente negativas —y desde el punto de vista de los ciudadanos comunes y corrientes sería mucho mejor que no existieran— pero para el escritor, aquí hay un rico caldo de cultivo. Por ejemplo, el joven Jorge León Muguerza se ha dedicado al tema de la minería que contamina el ambiente y a la sociedad, mientras otro joven, Iván Chávez Mendo ha escrito sobre el mundo universitario, coimero e ineficaz. Por mi parte, decidí intentar acercarme a nuestra realidad a través de la música rock y recibí unos buenos palos de parte de algunos críticos de la capital quienes me acusaron de haber creado un escenario andino y luego de haberlo poblado con costeños. No han entendido que el Ande, ya no es una sociedad de ponchos y llanques, polleras y sombreros de paja, sino de las últimas modas en jeans y zapatillas, e ideas y valores que llegan a través de la Internet, creando así un gran conflicto entre las generaciones.

El escritor no puede quejarse de esta conflictividad, porque si no hay conflicto, el escritor está perdido. Hay bastante verdad en lo que dicen los periodistas: “La buena noticia no es noticia” —que, claro está, es un tanto frustrante para mí como sacerdote, dedicado, supuestamente, a proclamar “la buena nueva de Jesucristo” —. Pero para mí como escritor, está muy bien que haya conflicto y desorden. La felicidad y la tranquilidad, no son materias primas para una novela interesante y si miramos un momento a los grandes novelistas de la literatura universal, veremos que el conflicto —sea social, político, personal— es un elemento esencial. La Rusia zarista, con sus injusticias sociales y económicas, ofrecía a Tolstoi y Dostoievsky un campo fértil para sus novelas. Las hipocresías y falsos valores de la Francia de Luis Felipe y Napoléon III hicieron lo mismo para Honoré de Balzac, Gustave Flaubert, Víctor Hugo y Emile Zola. El Londres victoriano, con su injusticia y su violencia, tapadas con la neblina famosa, fue una fuente inagotable para Charles Dickens. Y ¿qué hubiera podido escribir Harriet Beecher Stowe, la autora de “La cabaña del Tío Tom”, si no existiera la esclavitud en el sur de los Estados Unidos? La lista es casi inagotable y, claro está, nuestros autores nacionales también han logrado crear sus obras en el contexto de conflicto e injusticia, estando en primera fila Ciro Alegría, César Vallejo y José María Arguedas.

Lógicamente, no estoy abogando por una situación injusta y conflictiva simplemente para ofrecernos la materia prima de nuestro trabajo, pero el hecho es que desde el lío que tuvieron Adán y Eva en la parábola del Jardín del Edén, la humanidad ha andado en conflictos. Justo, cuando estaba elaborando el borrador de esta ponencia, leí un artículo sobre una novela africana contemporánea, que decía: “La caída de Zimbabue de un estado alto a uno de pobreza desesperada y de violencia aterradora es una tragedia moderna. Desde este sufrimiento ha surgido bastante literatura excelente.” Entonces, soy de la opinión de que el conflicto y la creatividad se dan la mano. Una de las teorías sobre el inicio del universo es aquella del Big Bang —La Gran explosión energética que sobrepasa nuestra imaginación—. Esto demuestra que el conflicto se encuentra en el corazón de la creación inicial, y yo considero todo acto creativo humano ser un Little Bang — Una Pequeña Explosión—.

Si la violencia y la creatividad son como el Padre y el Espíritu Santo en la Santísima Trinidad, la imaginación es el Hijo. Nada puede hacer el escritor si no goza de una imaginación fértil, y hasta febril. Es la facultad que permite al escritor, o cualquier artista, ver con el poeta Shelley, en su obra “Prometeo Liberado”, “las imaginaciones de los hombres, formas terribles, extrañas, sublimes y bellísimas”. Desgraciadamente, parece que nuestro sistema educativo hace lo posible para matar la imaginación, porque no es práctico y no se puede medir, evaluar y canalizar fácilmente hacia las ganancias económicas que busca una sociedad de modelo económico capitalista liberal. Si alguien quiere una buena ilustración de esto, recomiendo que vea la película “La sociedad de los poetas muertos”, donde un profesor de lengua y literatura en un colegio prestigioso norteamericano intenta estimular la imaginación creativa de sus alumnos. Ellos han sido mandados por sus padres a este colegio para asegurar que en el futuro sean ingenieros, abogados, hombres de negocios, etc. El profesor les indica que mientras estas profesiones sean necesarios para sobrevivir, no ofrecen el estímulo esencial para vivir con ganas y cita al gran poeta del siglo XIX, Walt Whitman: “El drama poderoso sigue adelante y tú puedes contribuir con un verso”. A mi parecer, éste es nuestro privilegio como escritores; tenemos en las manos la materia y las herramientas para “contribuir con un verso”.

Pero, ¡ojo!, solamente podemos contribuir con un verso si tenemos suficiente autoridad para hacerlo. Uno de los problemas de nuestra sociedad es que faltan autoridades. No faltan personas que ocupan cargos, que ostentan títulos, y que se vanaglorian de ser autoridades, sean políticas, educativas, militares, judiciales o religiosas; empero, con frecuencia, no son más que personas autoritarias. La autoridad no se da con un uniforme, una medalla, o un cartón, sino se da con la honestidad, la transparencia, la dignidad moral y la justicia. Y en el caso específico nuestro, de escritores, no basta un buen estilo. Claro está, es mejor tener un buen estilo que uno que es malo, y cartones y uniformes deberían ser signos externos de una autoridad interna; pero el dicho popular nos informa que el hábito no hace el monje; mientras otro dicho nos dice lo que sucede con la mona que se viste de seda. Entonces, si un escritor no goza de las virtudes que dan autoridad, mejor que no escriba.

Antes de concluir, insisto que aunque la inspiración sea importante, y va vinculada con la imaginación, no basta. Hace falta la sudoración —ese esfuerzo continuo de escribir—. Soy de la opinión que somos como icebergs, con sólo diez por ciento visible sobre la superficie del mar y el resto invisible. Recuerdo que cuando gané un premio por algo que había escrito, una amiga me dijo: “¡Vaya! Tú escribes algo y te dan un premio”. Contesté: “No sabes cuántas hojas he botado a la papelera antes de lograr aquella pieza”.

Finalmente, seamos prácticos y honestos con nosotros mismos. Usamos la imaginación, sudamos y logramos crear algo, pero en nuestra realidad, pocas personas nos van a leer. Esto nos puede desanimar. Ningún gobierno va a colocar un libro tuyo o mío en la canasta familiar, porque a ningún gobierno se le ocurre que alimentar la mente es tan imprescindible que alimentar el cuerpo. Pero alguien nos leerá y puede ser que ocurra contigo lo de cuando en cuando sucede conmigo; y les doy un botón de muestra. Estuve en una comida en Lima y la persona a mi lado repentinamente me dijo: “Miguel, eres un desgraciado”. Le pregunté qué había hecho para ganar este halago y me contestó: “Otra vez me has quitado una noche de sueño. Agarré tu último libro y no lo pude dejar durante toda la noche”. “¡Qué bien! —le dije— Si eso es ser un desgraciado, quisiera ser siempre un desgraciado de la ….. (ustedes saben qué)”.

Muchas gracias.

Miguel Garnett,



Cajamarca,



Mayo, 2010.

En los Caminos de MIGUEL GARNETT.

Entrevista: Flor E. Vazallo Peña.

Miguel GARNETT, religioso inglés y escritor acentuado en Perú - Cajamarca, su semblante recio, parecía no haber cambiado en el tiempo en ese ir y venir de los días, podía dialogar hoy con mayor o igual cercanía en un clima de hermandad y vínculo fraternal.

Estaba ante un importante personaje, nombrado en ceremonia especial (JUL.2010) como “Doctor Honoris Causa”, por la Universidad Nacional de Cajamarca, sus grandes méritos como Pedagogo, Escritor, Realizador de Producciones en DVD y, sobre todo, Sacerdote Diocesano, reconoce al religioso, natural de Inglaterra acentuado en Perú, dentro de la más alta congratulación expedida por los Altos Estudios Universitarios.

Su sencillez lo expresa con emoción y cariño a los años en Perú, sus vivencias por lugares de nuestra Patria y estancia en Cajamarca; su añoranza a pueblos como Huamachuco en La Libertad y otros lugares donde efectuó su pastoral y parroquia.

En el notable camino de letras, causa social y vínculo espiritual, MIGUEL GARNETT, no se detiene y cada día es apreciado por ese entender de la vida, donde no hay tema que no se pueda abordar con comprensión y profundidad filosófica.

Aún en ese entusiasmo, hay males que ensombrecen y a los que se sobrepone y procura encaminar su destino con la pluma de esa melancolía pero con optimismo y sabiduría comenta, “¡Llegue en avión! En 1967 llegué a PERÚ”, sostiene, mientras corre la entrevista con Miguel Garnett, el multifacético y reconocido sacerdote, escritor, pedagogo...

Evidencias.

“Tenía dos años de sacerdote, el Arzobispo de Londres ––soy de la Diócesis Católica de Londres, que se llama WESTMINSTER–– me pidió ser misionero en Latinoamérica, no especificó el Perú, pero indicó ponerme en contacto con un grupo de misioneros, los Padres de San Columbano, una congregación religiosa irlandesa, fundada originalmente para trabajar en la China, pero como China se tornó comunista, organizaron misiones en Perú y Chile.

Cuando llegué a Perú, no hablaba castellano y me inicié estudiando en Barranco, Lima; luego los padres columbanos decidieron si uno quedaba en Lima o iba a Chile. Yo, me quedé en Lima, en San Martín de Porres, donde ellos tenían varias parroquias. Muy pronto decidí que sería mejor no vivir en una parroquia, porque allí, con otros sacerdotes de de habla inglesa, no iba a practicar bien el idioma. Me fui a vivir con una familia, de apellido Horna. El papá era de Sartinbamba y la madre de Chiclayo. Era una familia sencilla y allí viví hasta 1972, trabajando en el barrio con la gente, adaptándome a la comida, aprendiendo las costumbres y acostumbrándome en general a la vida peruana. También tenía que adaptarme a la manera de expresar la fe católica, que es diferente a la de mi tierra. La idea del arzobispo en Londres fue que me quedara por cinco años, pero sentí que ya que había aprendido el idioma y conocía algo del país, sería bien que me quedara un tiempo más. ¡El resultado de eso ha sido que me he quedado ya más de cuarenta años!

Con un amigo inglés escuchamos sobre el trabajo de Monseñor José Dammert en Cajamarca. Nos pusimos en contacto con él para ver si había la posibilidad de trabajar en su diócesis. Nos aceptó y, con la aprobación de nuestros respectivos obispos en Inglaterra, viajamos a Cajamarca y fuimos a vivir en el campo con un sacerdote alemán, compartiendo así la vida con los campesinos.

Son cuarenta tres años en el místico Perú, trabajando en diversos lugares como sacerdote, en un trabajo dedicado al ministerio parroquial y la formación de nuevos sacerdotes. En Lima, donde dirigía un grupo de jóvenes, empecé a escribir un poco, porque decidimos hacer teatro y alguien tenía que escribir el guión. Ese alguien resultó ser yo y así inicié mi carrera literaria con el teatro. Más tarde, realicé un programa de radio con consejos dedicados a las familias. Cuando vine a la Sierra, participé en un concurso, escribiendo un pequeño drama para televisión que fue aceptado.

Trabajé en la Provincia de Hualgayoc en Cajamarca por cinco años, luego en Cajabamba otros cinco años, en el Seminario de Cajamarca unos doce años; después me tocó venir aquí a Huamachuco en 1996 por dos años. Estaba acostumbrado a trabajar en ciudad y campo, es importante tener la confianza de la gente y eso se logra “caminando”, así conocí a Presbítero Delgado, que acaba de ordenarse sacerdote.”

Entre Letras.

“Como ya he dicho, comencé con teatro en Lima, pero fue en el Seminario, después de diez años en Cajamarca, empecé a escribir en las vacaciones, a base de experiencias registradas en mi diario. Tenía materia prima sin usar y decidí escribir. Así salió la Novela “Rondo”, que trata de la sabiduría del campesino y de reivindicar la Sierra. “Rondo” es una novela que está siendo rodada en película, aunque va lento. Yo, que he sido más tarde profesor de crítica de cine, sé que se tiene que aprender mucho sobre este arte Se aprende también sobre las peripecias de hacer una película, demoras, fracasos. Luego vino “Catequil”, basada en el terrorismo. Escribí esa novela en tiempos en que la gente tenía miedo de escribir sobre este tema y siento que es un pequeño orgullo de haber escrito sobre el terrorismo en la época de la emergencia. Después de “Catequil” pasé a la novela histórica e hice dos novelas sobre la Guerra del Pacífico una ubicada en Cajamarca y la otra más general, abarcando toda la trayectoria de la guerra en el largo y ancho del Perú. Algunos años más tarde vinieron “Don Jasho”, “A Ojo de Pájaro” y, finalmente, “Yo Cornelio” Esta última es una novela sobre la Pasión de Cristo. Aparte de las novelas he escrito “Escorpio”, que es un Ensayo.”

Colorido y Contraste.

Huamachuco tiene una riqueza folklórica más viva de lo que hay en Cajamarca. Hay muchas danzas, mucho colorido del vestido en la vestimenta campesina. En general, mi experiencia de la Sierra es de gente muy hospitalaria y cariñosa, nunca he tenido problema de alojarme en alguna casa en el campo. Luego de mi experiencia en Huamachuco, me invitaron para trabajar en Tarma, pero dije: ‘aquí me muero’, porque era todo diferente, con un pueblo al fondo de un valle muy angosto y sentí que me iba a ahogar allí. Dije: ‘yo estoy acostumbrado a HUAMACHUCO, donde se ve kilómetros de distancia. Es una serranía abierta, donde se puede respirar la amplitud del Ande’.

Hay cosas que debemos mejorar a nivel nacional y Huamachuco no escapa de esa realidad, hay gente que aún no ha aprendido los valores de la integridad y de la honestidad. Lamentablemente, muchas veces se hace las cosas con mediocridad, y la coima o corrupción campean, sea en educación, justicia, política. A eso yo lo llamaría ‘traición a la Patria’ porque la están fregando.

En cuanto a lo artístico, existe una creatividad muy vivencial, sea en Huamachuco, Cajabamba, Cajamarca, Ayacucho, o Cusco. En toda la serranía hay riqueza artesanal, más tantos poetas y tanta gente escribiendo cuentos.

Percepción y Sensibilidad.

Hay que tener cuidado con esto, de que la Fiesta no se convierta tan sólo en una ‘atracción turística’, por que ello lleva a que pierda su vivencialidad. Se debe cuidar para que no se convierta en un ‘show’, y saber cómo manejarlo. La belleza de los andes, la naturaleza es fuente de inspiración y la hospitalidad, la alegría de la gente es sumamente positivo, es una de las cosas que muchos extranjeros no comprenden. A veces me han preguntado, ¿Cómo es que esta gente vive feliz cuando tienen tan poco? La respuesta es que los bienes materiales no crean la felicidad, lo que falta muchas veces es ‘corazón’.

La parte sensible es la minería y en un lugar como el en que vivo hay muchos problemas con respecto a ella. La minería en Cajamarca comenzó con pie izquierdo: engañando a la gente para comprar sus terrenos a precio demasiado barato; entonces se creó una relación antagónica entre mina y ciudad. Obviamente, si hay la posibilidad de sacar oro o lo que sea de nuestros cerros, bueno, la minería es una actividad legítima, pero tiene que ser respetuosa de la población y del ambiente. Yo pregunté una vez a dos ingenieros extranjeros que querían mi opinión: ¿Qué saben ustedes de la historia de Cajamarca?... No sabían nada, y por eso les dije: “Y, no les parece indignante que ustedes, que son tan inteligentes y que han descubierto que hay oro donde nosotros pensamos que sólo había ichu, no piensan en una población que ya ha sido saqueada una vez, cuando le sacaron el oro y le dejaron sólo escombros y basura. ¿No se dan cuenta de que ustedes están actuando en Acto II en el mismo drama? ¿No entienden que eso es un trauma aquí?”

A parte de eso, a raíz de la minería se ve en Cajamarca un aumento de riqueza material y aumento de pobreza espiritual Tenemos violencia, drogadicción, prostitución y muchas otras cosas que no se han podido prever y controlar.

Las minas que están entrando ahora, que son como diez, son más conscientes de la importancia del consenso social, del diálogo con la gente. Obviamente se va a provocar un trastorno en la vida agrícola, pero creo que se puede obrar de una forma mucho más justa, más razonable y no con los engaños y corrupción; pues la mina ha servido de fuente de corrupción extraordinaria.

En Huamachuco, lo primero que se ve es la minería informal con el Cerro El Toro, como también se ve en Cajabamba, con el Cerro de Algamarca. Da mucha pena ver aquellos lugares, donde parece que los cerros están llorando. La minería informal es mucho más nefasta que la minería formal.

Derechos Colectivos.

Tenemos que respetar el planeta en que vivimos, ahora ha habido líos por motivo de la participación de un hermano religioso británico en defensa de la Amazonía. No es que uno esté al cien por ciento en contra de la minería o del petróleo, pero se tiene que hacer las cosas de la forma más respetuosa posible y conservar el planeta. Debemos tomar en cuenta lo que ha sucedido en Birmania: 1949 más o menos veintisiete por ciento del país era selva y uno de los pulmones del mundo; ahora sólo el siete por ciento es selva. Lo mismo va a suceder con la Amazonía si no hay una protección rígida.

Hay realidades concretas como en Pasco, y por donde he ido la minería ha dejado la naturaleza destrozada. El mismo Papa y los Obispos en “Aparecida” se han mostrado su gran preocupación de defender el “Orbe Terrestre”, defender el agua, el agro, los bosques. Caso contrario, terminaremos en un desierto. El documento de “Aparecida” dice que nosotros tenemos que recordar que Génesis tiene un texto de tomar la tierra y cultivarla, capítulo 2. Dicho sea de paso, le término “Dominar” en el capítulo 1 es muy infeliz. El Capítulo 2 nos ofrece la palabra “Cultivar”, y es lógico que todas las grandes civilizaciones deben tratar de vivir en armonía con el contorno, vivir en unión con el entorno y buscar la paz en el sentido más amplio de la palabra.

Aquí entra un renglón importante, yo he trabajado en derechos humanos y muchas veces hablamos de derechos individuales, pero todo el problema de la Amazonía demuestra la importancia de los derechos colectivos de las tribus. El Gobierno Central que tenemos no entiende la palabra “Dialogar”. Como ha escrito un cómico… Hay que “Dialogar “, pero nadie ha dicho que se deba aceptar las consecuencias del diálogo…

Entonces ese es el problema de los conflictos suscitados en Moquegua, en el Sur, en Bagua y ahora que querían expulsar a este hermano religioso, por haber enseñado que los indígenas tenían un derecho de ser escuchados, que las cosas tienen que hacerse con respeto, y que no se puede estar contaminando los ríos así no más. Hay escándalos grandes en otros países cuando se ocasiona contaminación como lo fue en México por derrame de petróleo, pero acá en la amazonía como son indígenas, marginados, las personas afectados, entonces el Gobierno presta menos atención.



Visión y Realidades

Es un país de muy buenas ideas como lo es el Perú, pero muchas cosas terminan a medias, como en el caso de la Regionalización. Ha resultado ser simplemente otro piso de la torta burocrática. Debe haber una regionalización genuina. Este país es multicultural, es un país con varios idiomas, hasta más de cuarenta en total. Es importante que todo esto sea una fuente de fuerza no de debilidad, que aprovechemos la riqueza y variedad del país, y superar la mentalidad centralista que emane desde Lima. Allí, “La gente no sabe en que país vive” y eso es serio, deben aprovechar toda la riqueza que tenemos. Recientemente, se está dando valor a la cocina peruana y al arte peruano; son cosas que se deben reforzar. Y si se trata de la canasta familiar, el Estado, pone medicina, comida, vestido, pasajes, pero nunca ponen un libro por que ningún Gobierno ha tomado en serio la educación. No es que la gente no es capaz, pero la educación en este País es la ultima rueda del coche.

Yo anhelo cambios, aun así soy feliz en PERU, obviamente que toda persona anhela su tierra por varias razones. Un visita a mi país, Inglaterra, es siempre una experiencia agradable, pero me doy cuenta que ya soy un extranjero en mi tierra. No pienso igual que la gente de allí, no veo igual, por que tengo una experiencia totalmente diferente. Entonces pienso que no podría trabajar allí otra vez.

Riqueza Arqueológica.

Hay en Perú una extraordinaria riqueza arqueológica. Las construcciones no son iguales ni el uno ni el otro, las construcciones en Kuelap son circulares, sé que en Marcahuamachuco hay un par de grandes construcciones circulares, pero son muy diferentes a las de las pequeñas en Kuelap, donde se encuentran se presencia unas cuatrocientas construcciones que eran viviendas. La arquitectura inca es cuadrada y es muy diferente, es una arquitectura sólida y rectangular mayormente. Marcahumachuco, como todo el resto de las antiguas culturas tiene un ambiente que estimula la imaginación de ir hacia el pasado. Es un lugar fascinante y, al sentir el viento que sopla fuertemente sobre las ruinas, nos lleva a imaginar quiénes andaban por allí y quiénes tocaban esas piedras. Sí, de veras, es estimulante y poético.

Impresiones y Honor.

Doctorado Honoris Causa- La Universidad Nacional de CAJAMARCA es el centro educativo más importante de la ciudad y su decisión de hacer esta distinción ha sido un honor para mí. Siempre me ha interesado la educación. Me he preparado sobre todo en Filosofía en Roma, en Oxford, en Artes (conocimientos amplios), he enseñado en otros campos y he estudiado varias disciplinas, como por ejemplo el cine, por mi cuenta.

La “Clase Doctoral” fue dedicada al tema “Universalidad de la Educación ”, es decir que la educación debe ser universal y abrir el apetito de estudiar. Fue importante para mí hablar de dos personas, el Cardenal Juan Enrique Newman, inglés nacido en Londres como yo y que eventualmente termina en Oxford, y en el mismo centro en Oxford ––llamado Oriel–– donde años más tarde yo estudié. Entonces, siempre he sentido un interés por el pensamiento de Newman, considerado uno de los mejores pensadores del Siglo XIX. Luego hablé de Mariano Ibérico Rodríguez, nacido en Cajamarca y considerado por muchos como uno de los mejores pensadores del Perú. Las ideas de estos dos personajes, uno vinculado con los lugares donde nací y estudié y el otro vinculado con el lugar donde vivo, ofrecían un hilo para tejer una serie de ideas propias.

Me gusta escribir. Escribir mantiene la mente abierta, es la mejor manera de integrarse a la vida. Todavía mantengo la práctica del karate y trabajo con los jóvenes.

Divergencias y MISIÓN.

La Iglesia en partes estará cumpliendo su rol, mientras en otras partes es probable que no. Es una institución muy humana, compuesta por humanos. Un sacerdote, cuando se ordena, tiene altos ideales en ese momento y luego, por las presiones de la vida, como sucede también con los políticos, puede ser que se le decaen las fuerzas. En la Iglesia hay cosas maravillosas, que frecuentemente pasan por ser imperceptibles, y hay problemas, de los cuales a la prensa le encanta sacar noticia. Por eso, vale la pena notar que “cuando se corta un árbol y cae, hace estruendo, cuando un sacerdote cae en desgracia hace estruendo, pero cuando un millón de árboles están creciendo nadie los escucha ––hay gente por aquí y por allá que calladamente están haciendo una labor y, como los árboles que crecen, nadie los escucha; a veces nadie se da cuenta”.

Cuando se trata de la crisis de valores, me molesta cuando se dice que la juventud ha perdido los valores; no son los jóvenes, son los adultos quienes los han perdido y ahora no crean un ambiente de valores positivos.

El Derecho de Vivir.

¿Qué piensas de los huamachuquinos?. “Tengo muy buenos amigos, pasé bien mi tiempo aquí. Tengo muy gratos recuerdos, pero en algún momento tuve que decidir si me quedara en Huamachuco o ir a Cajamarca. Sentí en ese entonces que la balanza estaba a favor de CAJAMARCA, por haber pasado más tiempo allí. Pero cuando retorno a Huamachuco, igual me siento en familia.

Deseo a Huamachuco, que siempre siga adelante, como todo país. Hay que recordar los ideales de Sánchez Carrión y uno tiene que ser fiel a sus propios grandes maestros; aquí ha sido cuna de grandes artistas, como lo son Ciro Alegría, Vallejo, Gamarra. Entonces, que sigan esos ideales y que se desarrollen en todo sentido, no solamente en obras materiales que son importantes, pero que no son lo único, sino en obras culturales, espirituales y que la Virgen de Alta Gracia bendiga a su pueblo.”

Miguel GARNETT, continúa su rumbo desde la lejana Inglaterra, analista en la impresión y expresión de un pueblo peruano, andino y sentido como a su paso por Huamachuco y demás caminos que recorre, percibe, plasma y observa desde la histórica CAJAMARCA -PERU.

Huamachuco, Agosto de 2010.